Las escasas fuentes escritas existentes se refieren a Ceuta como Abyla, o como Septem Frates, las siete colinas que forman la Almina, topónimo del cual deriva el nombre actual de Ceuta.
En la zona del Istmo, se encontraron hallazgos arqueológicos de una factoría de salazón de pescados de tiempos de Juba II (25 AC. / 23 DC.), noble de origen real, educado en Roma y situado al frente del reino de Mauritania por Augusto.

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Anforas romanas. Museo de Ceuta
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Las capturas de pescado eran obtenidas mediante la técnica de la almadraba, presente todavía en Ceuta, que se utilizaba en determinadas épocas del año, coincidiendo con el paso estacional por el Estrecho de Gibraltar de distintas especias que pasan del Atlántico al Mediterráneo y viceversa para frezar. En esta factoría se elaboraba la conocida salsamenta romana, conserva basada en el empleo de la sal que eran exportadas en ánforas a todo el Imperio y que constituyó la base de la economía de la Ceuta romana.
En el siglo II DC. se produjo una ampliación de la factoría de salazones que acabó por ocupar la totalidad del Istmo con cinco conjuntos de piletas de salazón, así como instalaciones para limpieza del pescado, almacenes de ánforas, etc.
De mediados del siglo III DC. destaca un sarcófago de mármol, con representación de las cuatro estaciones, llegado a Ceuta desde Roma.

Sarcófago Romano. Museo de Ceuta.
En Ceuta existió, desde el siglo IV DC. una comunidad cristiana floreciente, descubriéndose en el Istmo, junto a la factoría una basílica, que es el edificio de culto cristiano más importante descubierto en toda la Mauritania Tingitana hasta el momento presente. Posteriormente fue utilizada como necrópolis.

Basílica Paleocristiana.